¿Quiénes Somos?. Proyecto de comercio justo
Molycata, nuestro proyecto de comercio justo, surge como una aventura familiar. Una forma de entender y vivir la vida. Este proyecto parte de la inquietud de dos personas: Rocío, actriz y amante de la decoración, y con una habilidad especial para encontrar pequeños tesoros ocultos a los ojos del resto de los mortales, el corazón del proyecto y Rafa, economista financiero aficionado a la fotografía, cerebro del mismo. De esta unión surge molycata, ya que “mol” era un apodo usado por Rafa en redes sociales y “cata” es el nombre artístico de Rocío, Catalina Brillo.
El Proyecto de comercio justo
Nuestro proyecto de comercio justo no surgió de la noche a la mañana. Se puede decir que durante toda nuestra vida, por separado y en común, se han ido dando los pasos para que molycata se hiciera realidad. Dos personas con inquietudes de justicia social y sensibilidad medioambiental se conocen en los años más duros de la última crisis económica.
Esta crisis, que tanto sufrimiento ha traído a los más desfavorecidos fue el empujón de salida para decidir ponernos manos a la obra para intentar aportar nuestro granito de arena para que el mundo sea más justo. Rocío con su sensibilidad y buen gusto para encontrar la belleza, así como para llenar de vida con objetos decorativos cualquier hogar, y Rafa con su capacidad analítica y amor por la fotografía contaban con los ingredientes necesarios para crear un proyecto mediante el cual poder vivir ayudando a los demás.
El proyecto de comercio justo consistiría en recorrer el mundo buscando aquellos artesanos que aún realizan su trabajo de forma tradicional, con su conocimiento y amor, y que tan acorralados se encuentran por la presión de la industrialización. De esta forma podríamos darles voz y visibilidad a su trabajo, ofreciéndoles un trato justo por sus obras para que ellos mismos, y las futuras generaciones, tuvieran la oportunidad de seguir maravillando al mundo con su habilidad artesanal.
Para ello buscaríamos obras artesanas que encajen con los gustos y necesidades de los países del mundo occidental, pero además de ello, que la forma de producción cumpla nuestros estándares éticos, sociales y medioambientales.
De esta forma comenzamos nuestra aventura en un primer viaje a Tailandia, visitando las tribus de las montañas al norte del país, y poco después con nuestro, de momento, gran viaje en dos etapas por México y Guatemala durante un año.
En estos viajes no nos hemos conformado con ir a los mercados de las grandes ciudades para adquirir artesanía de manos de intermediarios, sino que hemos recorrido conduciendo de pueblo en pueblo, de taller artesano en taller artesano. En cada taller comprobábamos que no existía explotación infantil, o cualquier otro tipo de explotación laboral, así como que los materiales empleados eran lo más naturales posible y no generaban un impacto negativo para el medioambiente.
Pero no sólo centramos nuestro interés en el artesano, sino en toda la comunidad. Queremos conocer sus necesidades y deseos, ver cómo viven y en qué forma podemos ayudar a mejorar sus vidas.
Objetivos éticos, sociales y medioambientales
En cada pieza que hemos adquirido hemos querido verificar que en su elaboración no ha existido sufrimiento ni explotación. Creemos que las obras creadas por el ser humano tienen alma, una vibración interna, y no queremos introducir en el hogar de las personas que como clientes confían en nuestro proyecto de comercio justo, objetos cargados de dolor y sufrimiento de sus creadores.
Queremos que a estos hogares lleguen piezas creadas con la sabiduría y amor de personas a las que se apasiona su trabajo y sus creaciones. Personas que han recibido de sus generaciones pasadas y su cultura el conocimiento y la habilidad para continuar con tradiciones que se remontan a cientos de años. Por ello nunca elegiremos piezas que hayan sido creadas en condiciones basadas en la injusticia ni sufrimiento, así como piezas vacías de cualquier emoción creadas en serie, unas iguales a otras, por máquinas.
Verificamos, como hemos dicho, que no existe explotación infantil ni condiciones laborales injustas. Si detectamos cualquier explotación, descartamos esa pieza, por muy bella que sea.
Pero además de esto, queremos que la comunidad que rodea a los artesanos que crean sus obras para nosotros resulte favorecida. En pequeñas comunidades, si se incrementa la renta de un individuo de forma notoria sobre el resto, genera desequilibrios que hacen que los más desfavorecidos de esa comunidad pierdan aún más calidad de vida. Por eso queremos invertir parte del beneficio obtenido en nuestra actividad en crear proyectos de ayuda que reviertan en toda la comunidad. Para ello estamos en contacto con un colegio del Lago Atitlán (Guatemala) para proveer de material educativo, o con nuestro proyecto para llevar gafas a las bordadoras de Tenangos en las montañas cercanas de Tenango de Doria, ya que debido a que bordan en muchos casos a la luz de las velas, acaban con problemas de visión.
De igual forma, verificamos que los materiales empleados en la elaboración de las piezas son lo más naturales posibles. Así, nuestras alfombras son 100% lana de oveja, o nuestros tejidos 100% algodón o lana. La forma de obtención de estos recursos debe ser respetuosa con el medio ambiente, como por ejemplo sucede con los objetos de madera traídos de Guatemala. En estos objetos hemos obtenido un certificado del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales que indica que la madera con la que se han elaborado las piezas procede de bosques sostenibles que no dañan bosques protegidos.
Además de esto, queremos que nuestro impacto medioambiental sea positivo, por lo que queremos mitigar la liberación de CO2 a la atmósfera derivada de nuestra actividad mediante la plantación de árboles. Creemos en el consumo de cercanía, pero por las peculiaridades de nuestra actividad, nuestras piezas deben recorrer largas distancias desde los distintos lugares de origen hasta llegar a su destino final. Por ello estamos en proceso de cálculo de nuestra huella de CO2 para reducir o eliminar este impacto negativo plantando árboles autóctonos en nuestra región, Extremadura (España).
Pero hoy por hoy, molycata ya ha dejado de ser un proyecto familiar de 2 personas, para convertirse en un proyecto mucho más amplio. Cada vez que adquieres un producto hecho a mano en molycata estás colaborando con una red de cientos de artesanos y sus familias. Estás colaborando a crear una sociedad más equilibrada y justa, más comprometida con el futuro medioambiental del planeta.
Además, día a día, cada vez hay más personas detrás de este proyecto de comercio justo y ético. Cada cliente se convierte en un amigo, siente los valores del proyecto como suyo y nos ayuda a crecer, recomendándonos entre sus contactos. Amigos que se convierten en embajadores de una forma de entender la vida.